TAPA BLANDA, LIBRO NUEVO, RECUERDA QUE UN 3% DE ESTA VENTA COLABORA CON FUNDACIÓN CULTIVA. La tarde del jueves 2 de febrero de 1956, Julio Riquelme se subió al tren Longitudinal Norte en La Calera con destino a Iquique. Iba al bautizo de uno de sus nietos. El viaje duraba tres días y tres noches. Pero Riquelme jamás llegó al puerto del norte. La última vez que alguien lo divisó fue arriba del tren, cerca de la estación Los Vientos, cien kilómetros al sur de Antofagasta. Desde entonces nada se supo de él. Solo historias de fantasía y después el olvido. Hasta que en enero de 1999, casi medio siglo después, apareció Riquelme en medio del desierto de Atacama, solitario y abandonado junto a sus pertenencias. ¿Qué pasó realmente con él? ¿Por qué su misteriosa desaparición fue rodeada de tanto silencio? ¿Cómo fue posible que en 43 años no se supiera nada de su existencia?

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