TAPA BLANDA, LIBRO USADO, RECUERDA QUE UN % DE ESTA VENTA COLABORA CON FUNDACIONES QUE FOMENTAN LA LECTURA EN ZONAS VULNERABLES. Sobrecoge la naturalidad con la que el Padre Damián (S.XX) entregaba día a día su vida a los leprosos de la isla de Molokai, hasta morir contagiado por la enfermedad. Sus compañeros de estudio le llamaban "le bon petit gros Damien" (el buenazo de Damián). Y ciertamente era un muchacho noble, bueno, corpulento y rebosante de energía. Tenía, sin embargo, un fuerte temperamento. Este muchacho se llamaba José de Veuster. En pleno vigor de su juventud, cambió ese nombre por el de Damián, cuando acudió a la llamada de Dios, ingresando en la Orden de los Sagrados Corazones. Aquello fue el comienzo de una aventura que le llevaría lejos, a unas islas perdidas en medio del océano.Wilhelm Hünermann