LIBRO USADO. Descartando las periódicas catástrofes naturales sufridas, el desarrollo integral de Chile en el siglo 20 fue lento debido a que resultó damnificado por las dos grandes guerras mundiales. Sus conductores políticos, sin sacar experiencias de las consecuencias que ellas tuvieron para el país, optaron por la vía fácil del continuismo, sin tomar en cuenta que los participantes directos en esos conflictos habían aprendido la lección que sólo con un esfuerzo colectivo, con disciplina, y cumpliendo cada uno sus propios deberes, se alcanza la victoria y el bienestar para todos, tanto en la guerra como durante
la рaz.
Los chilenos, participantes marginales en esos conflictos, sin asimilar lección alguna se empobrecieron, no iniciaron la reconstrucción, no enmendaron rumbos y aceptaron que sus conductores políticos los condujeran cercenándoles
toda iniciativa y creándoles una mentalidad de empleados públicos al servicio de un Estado que, influenciado por ideologías extranjeras contrapuestas, los mantuvo divididos en grupos sociales en conflicto, en vez de reunirlos para luchar la clase gobernante, la clase empresarial, la clase laboral y las personas, tras un esfuerzo conjunto en los campos de experimentación del conocimiento, la iniciativa, la creatividad, la libertad económica, la información y la tecnología.
Ello nos relegó a ocupar un oscuro lugar de indigencia social, educacional y cultural que nos hizo dependientes, impidió todo intento científico de desarrollo, y nos deslizó fatalmente hacia una catástrofe sociopolítica que nos
hizo perder la cohesión ciudadana, y nos sumergió en la dudosa reputación de ser arquetipo mundial_en la_experimentación de corrientes revolucionarias; a saber:
A partir de 1964 el experimento de centro izquierda llamado “Revolución en Libertad", frustrado ensayo demócrata cristiano, apoyado económicamente por USA, que quiso ser una alternativa de doctrinas totalitarias.
A partir de 1970, el experimento de la “Unidad Popular" pretendiendo realizar una violenta revolución al más puro estilo leninista y estalinista, apoyado ideológica y materialmente por la URSS, aplaudido por todos los marxistas del mundo, y que en solo mil días sumió a Chile en un caos total.
A partir de 1973, el experimento atípico de un “Gobierno Militar" impuesto por la mayoría ciudadana, hecho que despertó las terribles iras de la URSS y la autocomplacencia inicial de USA. Lo atípico fue que aquel, contra todo pronóstico, se alejó de las tradicionales aventuras militares regionales realizando cambios estructurales que catapultaron a Chile hacia el futuro, a pesar del caos heredado, la doble amenaza de guerra externa y una nunca reconocida situación de guerra interna apoyada externamente, y matizada por los mutuos habituales horrores y errores de un conflicto.
A partir de 1990 el experimento cercano a la “Tercera Vía", con predominio de la social democracia internacional que, aplicando la “Filosofía de la Praxis" de Antonio Gramsci, persigue una casi lograda "Reforma de las Conciencias" y se esmera en ensayar un arquetipo de "Bloque histórico con una memoria única del pasado" que haga triunfar, en el Espíritu o Alma Nacional de las
actuales generaciones, los antivalores de la “mundanidad, la historicidad, la Inmanencia y la socialidad".